El
equipo de traumatólogos llegaba a primera hora de la mañana en manada.
El
jefe al frente, luciendo una de sus corbatas multicolores (estilo Luis Aguilé) y detrás los adjuntos con sus batas blancas
abiertas ondeando al andar, los residentes en prácticas al fondo, con
las batas abrochadas, impecables y repeinados.
Los
MIR de primer año llegaban como ovejas al matadero y buscaban con la mirada a
las enfermeras para que les hiciéramos el pase de visita más fácil.
Había
un paciente que nos tenía hablando solas.
Se
le había infectado la prótesis de cadera. Precisaba curas extremando la asepsia
por turno. Tenía la herida abierta desde la cintura hasta la mitad del muslo e
introducida en ella un rosario de gentamicina.
El
jefe quería ver y oler la herida a diario, pero no quería ver las gasas
manchadas por lo que si estabas de turno de mañana no te quedaba otra que hacer
dos curas seguidas, más todas las
levantadas del apósito que te iban pidiendo los licenciados a medida que
transcurría el turno.
Todo
este trajín atrasaba el trabajo del resto de la planta y la sensación de
impotencia era absoluta.
-Señorita, ésta herida
no va bien-
-¿Está segura de que
hacen las curas estériles?-
-Es responsabilidad de
enfermería de que las curas sean impecables-
-Si no hacen su
trabajo como es debido, nuestro trabajo no luce-
Nos
tenían fritas. La evolución no era favorable y TODA la culpa era nuestra.
Un
día me toco a mí pasar sala.
-Señorita, ésta herida
no va bien-
-¿Está segura de que
hacen las curas estériles?-
-Es responsabilidad de
enfermería de que las curas sean impecables-
-Si no hacen su
trabajo como es debido, nuestro trabajo no luce-
Cogí
al doctor por el brazo y le dije con mi habitual aplomo:
-Discúlpeme
doctor, pero si sigue meneándola por encima de la herida se la voy a cortar-
-¿Cómo
dice?-
-Digo
que si ustedes no hacen su trabajo como es debido, nuestro trabajo no luce-
Los
degollados asintieron mudos de terror
-Señorita,
siga usted con la cura-
El
jefe pasaba sala con la corbata metida dentro de la camisa y la bata abrochada.
Y sus adjuntos ....... TAMBIÉN.
Los
corderitos aún me recuerdan.
Las cosas claras y el chocolate espeso.
ResponderEliminarTen presente que los traumas no te olvidaran jamas.jajajajaj
Pobres traumas, siempre os metéis con ellos...ni que fueran los leperos (o gomeros) de un hospital.
ResponderEliminarNo tenéis piedad.