jueves, 21 de marzo de 2013

Un pedacito de vida


Ya lo decía Don José Ortega y Gasset,” Yo soy yo y mi circunstancia” y quiso el destino que yo naciera en una casa muy particular, lo cual motivo que mi refugio fueran los libros y el cine.












Absorbía como una esponja toda información que caía en mis manos y vibraba con los sentimientos que me trasmitían mis largas horas de lectura nocturna,  a menudo a la luz de una linterna.



Podía pasarme las solitarias tardes del fin de semana encerrada en un cine viendo una película tras otra, hasta que llegaba a casa agotada de tanto vivir otras vidas.

Mi imaginación y creatividad eran mi fortaleza y conseguí sobrevivir la etapa de la adolescencia con relativa tranquilidad.

Empecé a escribir a los ocho años, tenía necesidad de plasmar  tantos pensamientos y tantas vivencias prestadas.

Cuentos para niños, narraciones cortas, historias de amor y desamor, aventuras por países imaginarios, monólogos cómicos y reflexiones personales.

Quiso también mi destino que llegara a mi vida un muchacho con un padre muy autoritario y tan inadaptado, que entendimos que nuestras solitarias almas estaban hechas la una para la otra.

Fue un amor de juventud llena de celos y prohibiciones pero era todo nuestro mundo de dos, compartiendo nuestros cambios físicos, cambios emocionales y afectivos en un intento de alcanzar la meta de elaborar nuestra identidad y el planteamiento y desarrollo de un proyecto de vida satisfactorio.








Un día cualquiera con afán de compartir aún más,  le mostré mis escritos secretos, que uno tras otro quedaron reducidos a cenizas por ser considerados absurdos y ridículos.



Lo dejé, a él y de escribir.

Han pasado treinta y cinco años y aún noto la cicatriz, pero aprendí a autocontrolarme, aprendí a disfrutar siempre con lo que hago, aprendí el concepto de la autoestima,  aprendí a mantener un perfecto equilibrio entre mi vida pública, mi vida privada y mi vida íntima, aprendí que la fuerza no proviene de la capacidad física sino de una voluntad indomable, aprendí a aprender con sentido del humor y mucha curiosidad y sé que los sueños no existirían si no fuera posible convertirlos en realidad.

Ya lo decía Don José Ortega y Gasset,” Yo soy yo y mi circunstancia”

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