viernes, 8 de marzo de 2013

La corbata


El equipo de traumatólogos llegaba a primera hora de la mañana en manada.

El jefe al frente, luciendo una de sus corbatas multicolores (estilo Luis Aguilé)  y detrás los adjuntos con sus batas blancas abiertas ondeando al andar, los residentes en prácticas al fondo, con las batas abrochadas, impecables y repeinados.















Los MIR de primer año llegaban como ovejas al matadero y buscaban con la mirada a las enfermeras para que les hiciéramos el pase de visita más fácil.


Había un paciente que nos tenía hablando solas.

Se le había infectado la prótesis de cadera. Precisaba curas extremando la asepsia por turno. Tenía la herida abierta desde la cintura hasta la mitad del muslo e introducida en ella un rosario de gentamicina.

El jefe quería ver y oler la herida a diario, pero no quería ver las gasas manchadas por lo que si estabas de turno de mañana no te quedaba otra que hacer dos curas seguidas,  más todas las levantadas del apósito que te iban pidiendo los licenciados a medida que transcurría el turno.

Todo este trajín atrasaba el trabajo del resto de la planta y la sensación de impotencia era absoluta.

-Señorita, ésta herida no va bien-

-¿Está segura de que hacen las curas estériles?-

-Es responsabilidad de enfermería de que las curas sean impecables-

-Si no hacen su trabajo como es debido, nuestro trabajo no luce-

Nos tenían fritas. La evolución no era favorable y TODA la culpa era nuestra.

Un día me toco a mí pasar sala.

-Señorita, ésta herida no va bien-

-¿Está segura de que hacen las curas estériles?-

-Es responsabilidad de enfermería de que las curas sean impecables-

-Si no hacen su trabajo como es debido, nuestro trabajo no luce-

Cogí al doctor por el brazo y le dije con mi habitual aplomo:

-Discúlpeme doctor, pero si sigue meneándola por encima de la herida se la voy a cortar-

-¿Cómo dice?-

-Digo que si ustedes no hacen su trabajo como es debido, nuestro trabajo no luce-

Los degollados asintieron mudos de terror

-Señorita, siga usted con la cura-

El jefe pasaba sala con la corbata metida dentro de la camisa y la bata abrochada.

Y sus adjuntos ....... TAMBIÉN. 

Los corderitos aún me recuerdan.

2 comentarios:

  1. Las cosas claras y el chocolate espeso.
    Ten presente que los traumas no te olvidaran jamas.jajajajaj

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  2. Pobres traumas, siempre os metéis con ellos...ni que fueran los leperos (o gomeros) de un hospital.
    No tenéis piedad.

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