lunes, 19 de noviembre de 2012

La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida ....¡ ay Dios¡

La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida .... ¡AY DIOS ¡

Mi hijo,  "el escritor aficionado" me dice - Mamá ya he acabado mi libro-  Suspiro resignada, reconozco el inicio de un largo monólogo e intento mostrar interés.
- ¿Ah si? ¿que tal? ¿de que va? ¿contento? ¿que harás? ¿podre leerlo?-. 

Y evidentemente se inicia  un monologo que me persigue mientras hago las camas, abro la cesta de la ropa sucia y cargo con ella escaleras abajo mientras hago equilibrios para que no se me caiga ningún calcetín ni tropiece con la manga de una camiseta, separo la ropa por colores,pongo la lavadora, recojo la ropa limpia del tendedero, doblo la ropa interior e intento pensar en que haré para comer ..... el "escrito aficionado" sigue con su monologo ... y no me puedo concentrar.

Aprovecho que coge aire y le digo - ¿podre leerlo?- ...... - Bueno valeeee-  me contesta, te lo mandare al ipad y corre a su habitación para hacermelo llegar.
¡Bien¡ al fin libre. 

Por la noche no me queda otra que ponerme de lleno a la lectura .... el chaval entra y sale mil y una veces ... controlando. Esta nervioso, desea mi aprobación, lo noto. 
Papi sonríe por encima de la gafas y me manda un beso y un te quiero silencioso. Sabe respetar los espacios entre madre e hijo

Inicio mi lectura

Los señores del poder











Tosió otra vez. Las motas de polvo que flotaban en el aire le hacían toser cada vez
más, a veces incluso tenía la sensación de que acabaría ahogándose. Para colmo,
ese invierno hacía muchísimo frío y la sucia manta de lino con la que cubría su
cuerpo desnudo no ayudaba en absoluto. Ya no recordaba cuanto tiempo llevaba
ahí, semanas, quizás meses, y ya había perdido la esperanza de salir alguna vez de
ese sitio. Tampoco recordaba por qué estaba allí, sus recuerdos eran meras
imágenes, todas muy confusas.
Miró su reflejo en el charco de agua que se había formado en una esquina de su
celda, debido a la tormenta de la noche anterior en la que, como casi cada día, no
había dormido en absoluto. Lo único que reconoció en sí mismo fueron sus ojos
marrones, antaño tan llenos de vida; por lo demás, todo él era un conjunto de piel
y huesos. Su cuerpo no era más que una sombra de lo que había sido, antes
musculoso gracias a su labor en el campo y con la piel dorada por el sol.
Se intentó levantar, pero cayó nada más ponerse en pie. Lo intentó varias veces
más pero solo ganó dos moratones en los muslos. Observó su celda tumbado cual
estaba, de menos de dos metros cuadrados y con olor a orín y heces, y por primera
vez desde que estaba allí la vio más fría de lo habitual, y comprendió que moriría
allí. Solo.
Debía de estar amaneciendo, lo sabía por el ruido de campanas de la catedral de
enfrente. Solo un país como Djacia sería capaz de construir una cárcel como
aquella enfrente del patio de rezo de los monjes. Una, dos, tres, cuatro
campanadas. Sí, los monjes empezarían sus oraciones en breve. Eso siempre le
ponía de mejor humor, no sabía porqué, pero era una melodía dulce y tranquila,
que le hacía soñar con un lugar mejor. Aunque cualquier lugar era mejor que ese.
Un ruido interrumpió su sueño. Soñaba que estaba de nuevo en su finca, con Huma
y Fray, sus dos grandes bueyes. Habían acabado de arar el campo esa mañana y
ella le servía un refrescante vaso de leche de Nila, la madre de los dos bueyes.
Nunca la veía a ella en sus sueños, veía cada curva de su cuerpo, veía su ligera
ropa de lino azul ondeando en el viento, veía cada mechón de pelo dorado como el
sol, pero aún así, nunca le veía la cara. No sabía quién era ella, ni si la conocía,
pero soñaba con ella cada noche. No recordaba siquiera si la había visto alguna
vez. A decir verdad, ya solo recordaba su fría y pequeña celda.
El ruido era un sonido crepitante, como cuando la madera arde, y ahora que
prestaba atención tampoco oía ya canción alguna. Trató de levantarse una vez
más. Cayó. Lo intentó tres veces más en vano, pero a la cuarta logró mantenerse
en pie apoyando la espalda contra la pared de roca. No había ventanas en su celda
pero sí una pequeña grieta, del tamaño de un pulgar, desde la que le entraba una
leve brizna de aire y olores. El aire era caliente y apestoso y olía a quemado, no
solo a madera, sino también a carne quemada. La catedral ardía. Se le aceleró el
pulso, no sabía que pasaba, quizás solo un pequeño accidente, pero la llama de la
esperanza prendió tan deprisa como la catedral.
- ¿Quién cojones eres tú? - gritó uno de los guardias de la cárcel.
No hubo respuesta. Un minuto después, millares de gritos de los presos que aún
conservaban su voz pidiendo ser rescatados. Los gritos de los presos, mezclados
con el de los guardias al morir y el del acero de las espadas al chocar, inundó la
cárcel entera. Él se arrastró como pudo hasta la puerta, cayendo al suelo de nuevo,
y pegó la oreja a la puerta de madera. Pasos. Gritos. Se asustó aunque no sabía
bien porqué, pero se asustó. Si una llama de esperanza lo había reconfortado
apenas diez minutos atrás, ahora era puro terror. Una explosión sonó muy cerca de
la puerta que salió volando al interior de la celda, golpeándole la cara y el hombro
derecho, añadiendo un nuevo morado a su cuerpo. Un hombre enorme de casi dos
metros de alto apareció en el umbral de la puerta. Las llamas de detrás del
desconocido impedían ver su aspecto, remarcando su silueta de un rojo aterrador.
El enrome desconocido se acercó y el prisionero pudo ver un brillo rojizo en su ojo
izquierdo, como si tuviera fuego en la pupila.
- ¿Jake? - Su voz era grave y potente.
El joven prisionero asintió despacio, confuso con lo ocurrido. Una mano propia de
un gigante lo agarró. Perdió el conocimiento.

Cierro los ojos, emocionada 
La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida ¡Ay Dios¡ 

2 comentarios:

  1. Me encanta poder ser la primera en comentar esta entrada.
    Me siento MUY identificada con el principio y el final.. Cuántas veces me ha podido pasar a mi! Pero mami es mami, y sin ellas no somos nada

    Felicidades por el blog, acabas de empezar y ya tienes una lectora a la que has hecho llorar de emoción.

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  2. Una madre es una madre y un hijo es un hijo.... seguro que las madres sorprendren pero los hijos más...

    Son como un espejo, ese alguien que miras y te ves a ti mismo. Siempre dicen que detrás de un gran hombre, hay una gran mujer y y yo creo que delante de un hombre y una gran mujer, hay sin duda un gran hijo!

    Felicita a tu hijo de mi parte! sin duda tiene muchísimo talento!!!!!! Me encantaría leer un poquito más de esta historia que aunque breve, ya me ha enganchado!!!

    Enhorabuena por el blog!

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