Circulan por You Tube muchos vídeos que muestran los peligros de las Redes Sociales y su intromisión en nuestra vida privada y perdida del anonimato.
Un buen ejemplo es el siguiente:
Como todo en esta vida, hay una cara y una cruz.
Una de mis amigas es de muy al norte de Europa y nos conocimos
hace 33 años.
Ha tenido una vida muy
interesante y es una mujer “charmant”.
Eran dos hermanos en una familia
con una privilegiada posición económica. Sus padres murieron en un accidente de
avión y quedaron a cargo de su abuela materna que falleció pasados cuatro años.
Su hermano decidió casarte con Bethz y llevarse a su hermana pequeña a vivir con ellos.
Cuando la conocí solo tenía 16
años y sufría una fuerte depresión por el reciente fallecimiento de su hermano
debido a un fulminante cáncer que dejo esposa y dos bebes.
Sola en el mundo, sin problemas
económicos, vivía al día, pasaba etapas de bulimia y épocas de anorexia. De
trato afable y sonrisa fácil, hablaba 5 idiomas y se mudaba continuamente de
país. Usaba a los hombres como kleenex y gastaba a manos llenas.
Estaba perdida y buscaba no sabía
que.
Encajamos e iniciamos una gran
amistad que duro 21 años sin incidencias.
Cuando le perdía la pista por cambio
de país, llamaba a su cuñada y siempre contactábamos de nuevo, hasta que esta
se casó de nuevo, cambio de casa y adquirió un nuevo apellido.
Hemos estado unos 12 años sin saber
la una de la otra.
Una noche, soñé que la localizaba mediante una red
social, me desperté sobresaltada, me conecte a internet y empecé a buscarla.
La encontré ¡¡¡
Vive en una isla del pacifico, rodeada
de naturaleza y mar, es budista, vegetariana, vive sola y ha encontrado la paz
rodeada de animales abandonados que recoge de las calles. Hace manualidades que
vende para ayudar a los más desfavorecidos y alimentar a sus acogidos.
A sus 49 años
es una mujer casi feliz y equilibrada, el reencuentro fue precioso.
Gracias a las Redes Sociales
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