domingo, 19 de enero de 2014

Estamos de exámenes ¡¡¡














Estamos de exámenes, estamos histéricos, estamos estresados y estamos jodidos ¡¡¡


Mis hijos,  buscan la piedra filosofal que les ayude a mejorar su concentración y rendimiento, mientras les facilito un componente vitamínico con fósforo, magnesio y lecitina.

Les explico que deben buscar la estrategia que mejor se adapte a su manera de ser para procesar y retener la información.

Les indico que es conveniente alternar las horas de estudio con periodos de descanso, y practican a diario un poco de deporte, nada de café ni otros estimulantes y dormir un mínimo de ocho horas.
Que cierren los móviles y eliminen todo aquello que pueda distraer su atención. Que se acomoden bien a la mesa de estudio y aprovechen la luz diurna y sobre todo,  que planifiquen.


Pero solo oigo bufidos y palabras recitadas en Hebreo antiguo por lo bajo.     
Ya sé que resulta difícil dar consejos porque la tensión y la ansiedad están ligadas de una forma muy íntima con su personalidad, el nivel competitivo y el propio estado de ánimo del chaval, amén de la planificación y la disciplina más o menos estricta que hayan llevado a lo largo del cuatrimestre (omito opinión personal)
-Mamá, tú no puedes entenderlo-
-¿Cómo qué no?, Mira, yo también fui estudiante ¡¡¡-
-Ya, pero en tu época todo era más fácil-
-¿Cómo?-
-Que todo estaba chupao ¡¡¡-


MadredeDios, MadredeDios (como diría mi hermana, la psicóloga alternativa),  ahora los volvería a “meter por donde salieron” y me quedaría tan ricamente ¡¡¡
Pero respiro hondo porque… son los míos y,  estamos de exámenes ¡¡¡
















Florencia Poy (Universidad Francisco de Vitoria)

La ansiedad, tiene que ver con la manera en que cada alumno valora o interpreta la situación a la que se ve sometido. La ansiedad no viene provocada por un examen en sí, sino por las consecuencias que cada alumno deriva de ello.
Los síntomas de la ansiedad en época de exámenes vienen dados en tres planos que se relacionan y retroalimentan mutuamente:
En primer lugar nos encontramos el nivel mental o cognitivo. Los síntomas más comunes serían: preocupación extrema, inseguridad, falta de confianza, desconcentración, dificultad para tomar decisiones, aprensión, sentimiento de inferioridad, sensación de pérdida de control, dificultades a la hora de leer y comprender, dificultades para recordar palabras o conceptos, bloqueo mental (“quedarse en blanco”).
En segundo lugar, nos encontramos el nivel fisiológico. Los síntomas más comunes serían: respiración agitada o entrecortada, sudoración, sequedad de boca, opresión en el pecho, nauseas, dolor de estómago.
Y por último, a nivel conductual, los síntomas más comunes serían: falta de apetito o comer en exceso, tartamudeo, hablar rápido, risa nerviosa, manipular continuamente objetos, reacciones impulsivas (como abandonar un examen), responder sin reflexionar.
El estrés no es otra cosa que energía que nos ayuda a ponernos en marcha. Por tanto, podemos afirmar que “el estrés (en su justo punto) es una reacción normal y positiva ya que esta actúa como un protector preparándonos para  la acción; sin esa dosis de energía vital no afrontaríamos los desafíos que nos plantea la vida”.
Por eso, el estrés regulado y adecuado contribuye positivamente a la concentración, a la potencia física.
En el campo de la psicología existe una evidencia muy estudiada que recibe el nombre de ley de Yerkes y Dodson que describe la relación que existe entre ansiedad y rendimiento y establece que el rendimiento óptimo se obtiene con niveles medios de activación.
La planificación y organización del tiempo es la mejor medida de prevención de la ansiedad y el estrés en época de exámenes.
Conocer lo que podemos abarcar es fundamental. Cuando tenemos que realizar más tareas de lo que realmente podemos atender vamos gestando un sentimiento de preocupación y angustia que interfiere negativamente en nuestra capacidad de concentración lo que a su vez agrava nuestra ansiedad y nos vemos inmersos en un círculo vicioso en el que es difícil salir.
Por tanto, ser capaces de conocer lo que sí podemos abarcar nos hace estar tranquilos, factor que repercute directamente en la atención y por tanto en el rendimiento.
Es lo que en psicología se conoce como mindfulness que es la atención o conciencia plena (sin distractores) en el momento presente o lo que es lo mismo “vivir el aquí y ahora”.
La planificación y organización del tiempo es la mejor medida de prevención de los nervios en época de exámenes.


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