domingo, 22 de febrero de 2015

Rodéate de gente que te empuje hacia la cima.



Mama, siempre me aconsejaba que eligiera con mucho cuidado mis amistades porque si mi elección no era la correcta podrían hacerme mucho daño. Y yo, como buena adolescente pensaba –Seguro, ¿a mí?, ¿de qué?-

Han pasado los años, y he comprendido el mensaje. Ella quería decirme que me alejara de la gente toxica, que me alejara de aquellas personas que provocan que mi vida sea más estresante, que te usan de forma que acaban hiriéndote, que no te respetan y siguen formando parte de tu vida, que mienten, que son cobardes y te sonríen por delante y hablan mal de ti a tus espaldas dando a entender que están encantadas de ser tus amig@s y no te dejan avanzar.














Reconozco en mi entorno a gente toxica que pretende hacerme la vida menos fácil pero ya no tenemos ni edad ni necesidad para cargar con un saco de decepciones, problemas y sentimientos negativos que son ajenos a mi equilibrada, estable  y positiva vida.

Los rasgos descritos e identificados que caracterizan a la gente toxica son:

Personas que hablan en exceso de sí mismas.

Personas con un discurso pesimista y negativo. Quejas y dramas constantes de situaciones cotidianas.

Personas que asumen el rol de victimas con mucha facilidad, una forma de querer ser el centro del mundo y llamar siempre la atención.

Personas que creen que el mundo está en su contra y no analizan que es lo que pueden estar haciendo mal con su comportamiento y nula capacidad autocrítica.





La envidia, los celos y la soberbia son vampiros emocionales que roban la energía de los demás.



Los que sufren por envidia viven pendientes de sus propias carencias y los que sufren por exceso de soberbia ejercen un rol de autoridad constante, corrigen incluso cuando no tienen que hacerlo y se comportan como si estuvieran en posesión de la verdad. No se permiten aprender de los otros y se incomodan cuando se les lleva la contraria.

Personas que responsabilizan a los demás de asuntos propios y no reconocen sus propios errores, poniéndose a la defensiva en las relaciones personales.

Lo triste es que estas personas negativas, esas que parecen irrefrenables e incorregibles, creen en su interior que ellas están bien, que tienen siempre la razón y que está justificado todo lo que hacen o dicen y como lo hacen o lo dicen sin percatarse que a su alrededor solo siembran tristeza, tensión y malestar.

Estas personas están reflejando como viven su mundo interior, negativo, resentido, envidioso, celoso, crítico, frustrante, inseguro, baja autoestima, necesidad de ser reconocidos, aprobados e importantes. Las personas de alejan de ell@s o se relacionan con cautela consiguiendo con su actitud lo contrario de lo que quieren.




Pero, no olvidemos las pasivas, las mosquitas muertas, lloronas, solitarias, que critican constantemente, se meten en todo y muestran una actitud de pura lastima. Son como la  “gota malaya” e igual de toxicas con los que tienen a su alrededor.




Reconozco en mi entorno a gente toxica que pretende hacerme la vida menos fácil pero ya no tenemos ni edad ni necesidad para cargar con un saco de decepciones, problemas y sentimientos negativos que son ajenos a mi equilibrada, estable  y positiva vida.





5 comentarios:

  1. Estoy de acuerdo, en la vida...rodearse de gente positiva y que aporte!!!

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  2. El positivismo ha demostrado cambiar vidas, la gente positiva es más feliz y hasta más sana.

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  3. Y como hago para alejarlas??? Algunas se empeñan en seguirme de cerca.....

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    1. Consejos de Carolina Hernández y publicados el 3/04/14

      Si lo detectas, intentar ‘mantenerle a raya’, no permitirle su toxicidad.

      La asertividad y el sentido del humor son los mejores aliados en estas situaciones. Asertividad para poner los límites adecuados y humor para no personalizar lo que no va conmigo.

      Reforzar la autoestima para sentir más seguridad y más confianza en uno mismo es primordial también.

      Cuanta más seguridad sintamos hacia nosotros mismos, mejor podremos parar los ataques de las personas tóxicas.

      Y como a este tipo de personas les va el chantaje emocional, si no entramos en ello, se cansarán y buscarán otro objetivo.

      Por ejemplo, con los quejicas, quejarte tú más (aunque sea de manera descarada y exagerada). Porque si haces lo contrario e intentas minimizar su queja, se crecen más.

      Al agresivo hay que ignorarlo. Ser asertivo con él y decirle no tantas veces sean necesarias.

      De cara al culpabilizador, lo más importante es que nunca sienta que hemos aceptado la culpa que nos quiere inocular. Son sus decisiones y no las nuestras.

      Al envidioso, mejor no contarle las cosas buenas que nos pasan.

      Con las personas autoritarias, sobre todo si tienen cierto poder sobre nosotros, la cuestión es hablarlo y si no llegamos a ninguna conclusión, lo mejor es alejarnos de ellas para proteger nuestra salud emocional.


      ¿Existen algunas claves concretas para evitarlos?

      Siempre tenemos opciones de no dejarnos intimidar por este tipo de personas. Para ello:

      Identificar y analizar los síntomas que te produce una persona. Esto no significa que estemos todo el día obsesionados con lo que me producen los demás. Pero cuando estamos con una persona y siempre nos quedamos con una sensación desagradable, analicemosla y conozcámosla porque desde al conocer ese síntoma, podremos tomar medidas más fácilmente.
      Reforzar la propia autoestima y elaborar una barrera emocional para que no nos afecte lo que nos está ocurriendo para no entrar en su juego.

      Contrarrestar su poder, escapando de ellas o no permitiéndoles el acceso a nuestra intimidad.
      Si se debe convivir con ellas (familia o trabajo), debemos aprender a abstraernos lo máximo posible (mentalmente) de su presencia y de sus acciones. Si hemos reforzado suficientemente nuestra autoestima, nos resultará más fácil esta abstracción.

      Parecer que no se muestra atención, aunque por dentro estemos haciendo un esfuerzo por ‘desoír’ lo que estamos escuchando.
      Amabilidad. Si la persona percibe que sus intentos de ataque resultan estériles, dejará de hacerlo, se buscará a otra persona.
      Intentar reducir al máximo el contacto con ellos.

      Tener una actitud positiva, para estar preparado a contrarrestar, con esa actitud, todo lo tóxico que se nos quiera trasladar.

      Y, sobre todo, pensar que alejarse de la gente tóxica o tenera a raya, mejorará nuestro nivel de felicidad y de tranquilidad.

      Hay que acordarse siempre de aquello de… Más vale una vez colorado que ciento amarillo… Y plantar cara a estas situaciones cuanto antes.

      Espero que hayamos sacado algo en claro.

      WLY

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  4. Carolina Hernández es una coach certificada con CPC nº 10.279

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