Mi abuelo y padrino celebraba con
mucha devoción el día de Nuestra Señora del Monte Carmelo, más conocida como
Virgen del Carmen.
Desde buena mañana nos poníamos la
ropa de “los Domingos” y nos íbamos en tren con su señora esposa (madrina de la
psicóloga alternativa) y una servidora hasta la capital, donde veíamos las
ofrendas florales al mar, el cantico de los pescadores y cofradías, cerrando la
fiesta con una buena paella en un restaurante “de toda la vida”, con café copa
y puro incluido.
En España, la Virgen del
Carmen es patrona del mar y de la Armada Española.
Es considerada Reina y Patrona de Chile, de sus Fuerzas
Armadas y de Carabineros de Chile; es patrona de la
Policía Nacional de los colombianos, los transportadores en Colombia; en Perú es “Patrona del Criollismo” y
"Alcaldesa de la Ciudad de Lima"; en Bolivia es la patrona de la Nación y de sus
Fuerzas Armadas; y en Venezuela es la patrona del Ejército.
Mi abuela nunca entendió el porqué de tanta celebración, pero yo siempre pensé que era un homenaje a su
madre Doña Carmen Torá por la que sentía una especial y patológica devoción.
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